sábado, 22 de septiembre de 2012

La madrugá del Carche





Casi puntuales a las 6.40 de la mañana y de noche por todo el mundo hemos partido rumbo al Carche para completar la IV subida ferial al emblemático monte y techo de la zona del Altiplano. Al pasar por el recinto ferial, pues lo de todos los años, para nosotros ya era sábado y para los que nos animaban con su gritos de "Indurain" seguía siendo viernes. Como si de una etapa nocturna se tratase nos hemos ido acercando a nuestro destino con las luces nocturnas que tanta fama nos han deparado. Los caminos bien, pero con un polvo insistente que se ha posado sobre nuestras equipaciones y cabalgaduras de forma pertinaz y plomiza. Todo bien hasta llegar a la altura de la casa de la noguera donde Raul ha pinchado su bicicleta, arreglo rápido e insuficiente que nos ha obligado a parar nuevamente y esta vez si, dejar el pinchazo en perfecto estado de revista. La niebla nos acompaña fiel hasta las faldas del Carche y que desaparece con las primeras rampas del monte, dejando tras de nosotros un mar de nubes digno de ser contemplado con tranquilidad. Tranquilidad que no tenemos pues la subida era intensa y prolongada. El grupo se ha dividido según las fuerzas de cada cual, pero al final todos coronamos. En plena cumbre almorzamos, vemos con más sosiego (ahora sí) el mar de nubes que se extiende por las faldas del monte y nos hacemos las fotos de rigor para recordarlas algún día cuando estas batallitas solo las podamos hacer desde nuestra mesa camilla y narrándolas con gran nostalgia a nuestros futurables nietos.
La bajada se ha iniciado sobre las 10.15 horas y apenas empezar el pedaleo debemos parar nuevamente por otro pinchazo inoportuno, esta vez fue mio, el mismo queda arreglado a la primera y permite una inmediata bajada, esta vez por la parte de Yecla. Tras algunos tramos con deficiente firme y pronunciadas ramblas que ponen a prueba nuestra pericia sobre las dos ruedas, escuchamos de nuevo la tan odiosa palabra de "pinchazo". Ahora el turno es de José Ramón Ortin. Pero como es lógico el pinchazo queda subsanado y podemos reiniciar la marcha. Ya pasado el cruce del refugio (donde finalizan las 18 curvas) tomamos una senda a la izquierda (muy practicable) que nos acorta camino (muy desaconsejable) y que nos hace desembocar en la fuente de la Sanguijuela. De allí a la casa los Carriones donde su conocidísimo pozo nos regala una vez más un agua sabrosa y fresca (se rememora lo bien que nos sento este agua a todos en la I vuelta al término) y a todo trapo "pa bajo". La vuelta muy rápida y excesivamente polvorienta pero que nos deja en plena feria donde paramos y recomponemos nuestros ya cansados cuerpos con unas jarras de cervezas que desaparecen en un amén y que nos dibujan una agradable sonrisa en nuestras caras a la espera de la merecidísima ducha que tan gozosamente nos hemos merecido. Confío y espero que la V edición sea muy parecida a esta, eso sí, si puedo elegir que tengamos menos polvo en los caminos. Un abrazo a todos. 

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