martes, 22 de octubre de 2013

MARCHA BTT RIÓPAR 2013: la apertura de la veda diezma el pelotón de Liebres.



PARTE I: RECORRIDO CORTO.
(Así lo vio Juan Ramón).

La marcha de Riópar de este año 2013 levantó entre nosotros todas las expectativas posibles. Sin acabar agosto y las vacaciones ya empezamos la preparación con un improvisado atracón de sendas al que siguieron etapas cada semana más exigentes: Pisana y el rodeo a la Sierra de Salinas pusieron a prueba la paciencia de todos. En El Capirutxo y la Silla sentimos cómo el tío del mazo nos pisaba los talones. Subir al Carche con los Gavilanes me ayudó a mantener el control para aguantar una subida larga llegando todavía con fuerzas a la cumbre. Y acabamos septiembre recobrando la sensatez en las brutales trialeras  y escalones de Játiva al echar pie a tierra si la ruta se ve demasiado turbia. 
Juntando las de Almansa y las de Yecla, octubre se convirtió en una orgía de sendas y así llegó el fin de semana de la carrera en Riópar, donde todos íbamos a comprobar en carne propia que cualquier parecido del entrenamiento con la realidad, sería pura coincidencia.
El fin de semana se presentó perfecto. La casita rural en el pueblo para disfrutar el ambiente ciclista. El tiempo, que ya preocupa siendo octubre y tan bueno. El arroz del sábado con los Gobik Managers que se consolida en el programa de actos de la carrera. Verduras y pasta para la cena y a las once en la cama a digerir los hidratos de carbono para la carrera. Pero algo turbaba mi descanso. Porque me acosté jugando mi atlético, aunque viendo la trayectoria de esta liga, ¿alguien dudaba que ganaría al Español?
Muy temprano desayunaba con los dos Javis y el Internet de mi sobrino (mi zapatófono ha muerto) me trajo la mala noticia: habíamos palmado. La expectativa de quedar como líderes en solitario, se quedó en la decepción de pasar a ser segundos. Vísperas de mucho, días de nada. Y lo peor todavía estaba por llegar.

El ambiente en la salida era fenomenal. Se notaba poca tensión. Todos teníamos claro que, saliendo delante o detrás, la ruta en poco tiempo pondría a cada uno en su lugar.
El pelotón recibe los ánimos del público mientras se despereza por las calles del pueblo rumbo al Gollizo, en lo que sería la primera subida del día, por pistas amplias y bien compactadas en las que cada uno buscaba su sitio para encarar la primera bajada y senda del día hasta las Casas de Las Tablas. A pesar de las buenas intenciones de la organización, los seis kilómetros iniciales de subida no fueron suficientes para clarear el grupo y, en la parte en la que me tocó empezar, el pelotón de lo torpes por lo visto, tuve que esperar dos veces a que se despejaran las colas en sitios en los que, sin complicaciones apreciables, algunos se bajaban de la bici; que yo no lo critico, pues cada uno es libre de elegir su medio de transporte y seguir a pie cuando lo crea conveniente. Pero apartándose a un lado y dejando paso educadamente a los que venimos detrás.
Una cómoda bajada por sendas y pistas nos lleva a las cabañas de El Lagunazo donde se inicia una divertida y a ratos exigente sucesión de caminos y senderos que, cruzando la carretera de Siles por un desagüe y la de Elche de la Sierra escoltados por la Benemérita, nos lleva al primer avituallamiento cerca de Mesones. 
Poco antes otra detención, provocada de nuevo por el pelotón de los torpes, me permitió comer una barrita, de modo que me salté la parada iniciando la ascensión al Calar del Mundo casi en solitario, tranquilo y ojeando el pulsómetro para no pasar de revoluciones. La subida es, ya se sabe, larga y dura, y un hombre mayor como yo no puede permitirse ninguna alegría.
Pasa el tiempo y pasan los kilómetros. Una comparsa de Elda, no sé si mora o o cristiana,  llega a mi altura y me supera. Recojo el cadáver de algún que otro valiente (ninguno llamado Óscar) y cambio impresiones con el tendero que me vendió la bici. Le comento lo tranquilo que va uno cuando lleva una patilla de cambio de repuesto en la mochila. Él, JR y yo sabemos porqué lo digo. Da gusto hacer tratos con gente tan formal y seria.
A mitad de subida aparece el letrero con el km 30. Aquí la cosa pasa de mal a mucho peor. Los cuatro mil metros que siguen llegan a ratos al 18%. Al poco me alcanza la guardia civil, que casi me tira en plena rampa por no guardar el metro y medio. Tras cada curva viene un repecho peor. Con toda la vajilla puesta el pulsómetro no baja de 170, pero no tengo otra alternativa. El Calar es así. Aprovecho los pocos descansos para bajar el ritmo procurando en cada repecho guardar algo para el siguiente.
En el km 37 desaparece la vegetación y solo se ve un repecho y gente parada en lo alto. Ha llegado el segundo avituallamiento. En éste sí paro a comer. Juanmi está allí reponiendo fuerzas, pero no se le ha quitado el susto de la cara. Por mucho que te cuenten, la subida al calar es siempre más de lo que uno se imagina. Estamos a 1560 metros de altura y corre un viento que hiela el sudor. Así que emprendo la marcha seguido por Juanmi. Disfruto un tramo rápido. Las ruedas de mi 29 pasan de puntillas por encima de las piedras. Saludo a las vacas que nos miran perplejas y llegando a la tinada accedo a la senda que nos conducirá hasta la orilla del río. Siguiendo a uno de Pinoso, la gente parada se aparta de la entrada a la senda que es sencillamente espectacular: una serie de escalones con una salida clara en la que controlar la bici tras el desenfreno inicial. Continúa el tramo más bonito, entretenido y divertido del recorrido. Una senda memorable. Rápida y limpia en un terreno sin apenas asperezas corta la empinada pendiente a través de un encinar denso y espeso.
 La bajada es muy exigente. Ya lo advirtió Alfonso el viernes: lo duro no son las subidas, son las sendas. Y no se equivocó. A medida que perdía altura la tensión de las piernas iba en aumento. Las manetas de freno se endurecían: no bastaba un dedo para mantener el control. Las manos ya se agarrotaban cuando la bajada acaba y unos metros de llano dan una ligera tregua. Ignorante de mí, respiro tranquilo y confiado sin saber que “el perro del lechero” se escondía detrás de una carrasca. Y en el primer repecho noto cómo me dio un bocado en el muslo: un calambre de intensidad suficiente para recargar un iphone. Estiro, me recupero y consigo alcanzar un ritmo decente buscando un pedaleo redondo. Y así llego al aparcamiento de los Chorros donde las animadoras de los liebres y allegados se desgañitan jaleándonos al pasar.
 Animado, recuperado (pensaba yo) y con fuerzas continúo por la senda hasta que un parón me hace echar pie a tierra. Y aquí llegó mi final pues el muslo derecho se me agarrotó por completo con un intenso dolor que mi cara, según me contaron, no podía disimular.
En semejante trance me adelantó mi amigo Alfonso de Cieza, quien se compadeció de mí y siguió. Al poco asomó Juanmi, decidido a tomar “la corta” ante el deterioro muscular que estaba experimentando. Así que me tuve que rendir a la evidencia y cambiarme de carrera, acompañando a mi colega por el “circuito alternativo” que, siendo casi todo cuesta abajo, era el único que me podía permitir.
Con gran desconsuelo tomé las de Villadiego, ya sin ansia y sin prisas. Me perdí gran parte de la ruta y me pesa; sobre todo por no haber conocido la Cañada de Los Mojones que, por lo que cuentan, es un lugar encantador. Habrá que volver otro día.
Entramos a meta relajados y tranquilos, con un tiempo de 4:21 llegando antes que Gabi por primera vez en la vida. Muy frustrado y un poco desorientado saludo Dani y Javi Ortuño, liebres que abandonaron antes por avería mecánica. Cuando Isra me avisa -Te están nombrando por megafonía. Has quedado primero de tu categoría-. Menudo sobresalto. Voy corriendo a buscar al del micrófono a explicarle lo sucedido y me echa la bronca. Otra vez me llevaré el chip a mi casa. Al final se aclaró todo y después de recuperarnos, hidratarnos y ducharnos celebramos la carrera como en la aldea de Astérix, comiendo y bebiendo todos juntos en Los Bronces, comentando las penalidades que cada cual pasó y haciendo planes para la próxima edición, para la que habrá que plantear una estrategia mejor.

PARTE II: RECORRIDO LARGO.
(Así lo vio Andrés).

Hasta el km 45 pedaleo en solitario, sin contacto visual con el resto de liebres, aunque intuyendo que no debían andar muy lejos (tanto por delante como por detrás) y con la sensación de que llevo un ritmo demasiado elevado y no estoy bebiendo suficiente agua. No se si lo pagaré al final.
La subida al Calar, a mi propio ritmo, no me resulta, a diferencia de otras ocasiones, especialmente dura ¿es que habrán arreglado el camino?. El sendero de descenso posterior, no transitado en anteriores ediciones y gran sorpresa de este año, es sencillamente espectacular. Un largo tramo, rápido, sin apenas escalones rocosos y de dificultad técnica moderada, pedaleando sobre una auténtica alfombra de hojas secas; y todo ello en medio de un tupido bosque de encinas salpicado a su vez, aquí y allá, por pinceladas otoñales de otros árboles caducifolios; tres kilómetros de auténtica gozada.
En el avituallamiento del km 45 me adelanta Miguel Lucas. ¡Vaya con estas liebres Master + que no necesitan ni parar a comer o beber! Dejo el avituallamiento y, a toda prisa, continuo tras el. Pedaleamos juntos por un sendero paralelo a la carretera hasta que comienzo a perder metros poco antes de acometer el duro camino de ascenso a la Cañada de los Mojones.

Aprovecho los kilómetros de falso llano de la Cañada para acelerar el ritmo y ganar metros hasta alcanzarle. Comenzamos otro fantástico y nuevo sendero (Km 52), con continuos sube-baja iniciales, en los que las fuerzas me empiezan a flaquear y vuelvo a retrasarme. Continuamos por un tramo de descenso técnico, en el que choco aparatosamente con un árbol, afortunadamente a escasa velocidad y sin consecuencias, pero que aconseja, a partir de ese momento, circular con mayor prudencia.

Llego a un camino (Km 58) en buen estado y moderado ascenso en el que aprovecho para echar el resto, aumentar el ritmo e intentar alcanzarle. En ese momento mis castigados músculos me mandan el primer aviso, empiezo a sentir rampas musculares y acabo con un agarrotamiento de mi pierna derecha que me obliga a bajar de la bicicleta, hacer estiramientos y automasajearme ambas piernas (ante la ausencia del “Tío del Mazo” me visita “El Tío Calambre”). Estoy en tierra de nadie, sin posibilidad de abandono, y Miguel Lucas ha puesto definitivamente tierra de por medio, aunque, paradojas del destino, con la mala fortuna de salirse posteriormente del recorrido, en los últimos kilómetros del mismo, llegando a meta después de mi y entrando en cuarta posición de su categoría, a escasos cuatro minutos del tercero.

Retomo la marcha a un ritmo muy suave, comienzo el descenso hacia el Arenal y noto como, poco a poco, van remitiendo las molestias musculares. Parece que pese a todo voy a poder acabar la marcha.

Después del Puerto del Arenal (Km 60,5) continuo el descenso por otro nuevo sendero, paralelo a la carretera y a tramos técnico, coincidente a su vez con el trazado del recorrido corto y en el que llegamos a confluir ciclistas participantes en ambos recorridos. A continuación un corto tramo de camino al que le sigue un sendero de descenso (ya conocido de anteriores ediciones) que presenta puntuales tramos técnicos y obliga, ante la escasez de fuerzas y reflejos, a tomar más precauciones de las habituales. 

En el Km 65, y después de una considerable dosis de esfuerzo psíquico y control mental, con Riópar y, lo que es peor, los barriles de cerveza a tiro de pedal, logro vencer las tentaciones que imponen la sensatez y la prudencia, alejo las refrescantes y placenteras imágenes que aturden mi mente y continuo por el recorrido largo, conformándome, apenas, con un plátano y un vaso de bebida isotónica en el último avituallamiento, antes de acometer los restantes y últimos 400 m de desnivel de subida del día.

El recorrido continúa por un sendero que asciende en dirección a Riópar viejo, próximo al arroyo del Rigüelo y que incluye algunas cortas y fuertes rampas que, a estas alturas de la ruta y en previsión de males mayores, inevitablemente hago a pie. A unos 2,0 kilómetros este sendero enlaza con una pista forestal, afortunadamente ya en suave y moderado ascenso, que permite, con paciencia y austeridad en los desarrollos, hacer kilómetros y ganar altura sin excesivos esfuerzos. Cuando acaba la pista, continúo por una fuerte rampa de ascenso (nuevamente a pie) y un sendero próximo al pintoresco cortijo de la Toba y la carretera de Alcaraz. A continuación, un nuevo sendero de descenso, con más tramos técnicos y de fuerte pendiente de los deseables a estas alturas, conduce a la pista de El Gollizo.

Apenas un kilómetro después, nuevo desvío y nueva senda, rápida y, salvo algún paso aislado, de dificultad moderada, que acaba en un camino, junto a una balsa y un bucólico cortijo en ruinas, y que, ya por fin y en rápido descenso, nos conduce a Riópar después de, al menos para la mayor parte de los mortales, más de cinco horas ininterrumpidas de bicicleta de montaña por un entorno y un paisaje, como siempre, espectacular.

Felicitaciones a los organizadores (así como a todo el personal de apoyo en los cruces y avituallamientos) que, después de ya (en mi caso) seis años consecutivos, no dejan de asombrarnos con el recorrido (este año más duro y con mayor longitud de senderos que otros años) y nos ofrecen nuevas sendas y parajes por los que pedalear en cada edición.

¡Volveremos! Aunque eso si, para próximas ediciones la organización debería mostrar un poco más de comprensión y consideración para con los participantes ya que, pese a nuestra aguerrida apariencia, somos humanos (o liebres-humanas) y como tales, y después de 65 km en las piernas, débiles de mente y de espíritu. Por ello, castigar si queréis nuestro atrevimiento con más senderos, cuestas y kilómetros adicionales pero, por favor, no volváis a tentar al homo-lupulus (o homo-cervecero) que todo biker lleva dentro poniendo tan fácil como en esta ocasión el abandono del recorrido largo. ¡Para decisiones difíciles ya está la vida!.

El primero, el último y la clasificación de los miembros del Club que terminaron el recorrido largo:


Datos prácticos:
Distancia: 74 km
Desnivel acumulado positivo: 2.220 m (Google) – 2.310 m (Compe GPS).
Horario (en mov): 5-7 h
IBP: 230

10 comentarios :

Anónimo dijo...

Sin palabras, soys unos héroes desde el primero hasta el último, el próximo año espero estar ahí y sufrir con vosotros el recorrido que tiene una pinta inmejorable, id pensando fechas para ir a Riopar de turismo betetero ( pero darme tiempo a estar medianamente bien, que aún no he empezado a montar).

Gustavo

ANDY dijo...

Andar en bici no se si andaremos mucho, ahora bien, divertirnos y contar batallitas lo bordamos.

Gustavo, se está cociendo "algo grande" para esta primavera por la Sierra de Alcaraz.

Anónimo dijo...

Si es con tiempo haré puntos por poder ir.

MANU dijo...

Gran crónica de una carrera en la que por lo mencionado, no falto dureza ni sendas, tela el tiempo del ultimo algo mas de 8 horas, y las fotos que cara de velocidad del Presi, cara de disfrutar de Juanmi, Juanra huyendo del tío de los calambres, el resto en las fotos se os ve serios y concentrados, y Andy que por no ser el farolillo rojo del club seguramente le tendió una emboscada a Miguel Lucas para adelantarlo, jejeje.. Felicidades a todos por esta gran carrera realizada¡¡¡

MANU dijo...

Rectifico la cara del Presi en la foto es la de imagen de una autentica liebre...

Juanmi dijo...

Muy buena la nueva modalidad de cronizar las "batallitas" a duo, y genial la foto de Homer ;)

Viendo el video de la salida me he dado cuenta de mi grave error, querer estar lo más delante que podía en todo momento. Meeecck!! error, con todas las horas que quedaban por delante, perder 10 minutos en los primeros kilometros me hubiesen sido suficientes para tener algo más de fuerza a mitad de marcha.

Por lo demás, y pese a la frustración que supuso para mi no poder terminar la prueba, decir que me lo pasé genial durante todo el día. La organización estuvo brutal, y los parajes de Riopar... que decir, ahora entiendo el porque de Riopar.

Cierto es que aun no se me ha quitado el susto de la subida al Calar, y tampoco algunos dolores musculares que espero que remitan en las próximas horas. Que sensación la de ver ese cuestarrón que parece que no va a acabar nunca y ante él, lo mejor que puedes hacer es mirar al suelo y seguir pedaleando.

Gran experiencia y un reto NO superado esta vez. Ya tengo un motivo para volver

JRChirlaque dijo...

La marcha de Los Calares es más que un gran día de bicicleta. Es (vuelve a ser, tras el paréntesis de hace dos años) una verdadera reválida. El ambiente, el paisaje, el entorno, la ruta en si misma, la gente: todo es especial. Y, a pesar de las penalidades que todos, salvo los dos primeros, pasamos, creo que ya estamos repasando lo que hicimos mal esta vez para no repetir el error en la próxima. Y lo primero que se me ocurre es que hay que entrenar las bajadas técnicas con pendiente y prolongadas. ¡Todos a bajar la trialera del Carche!

Raul dijo...

Es lo que tiene Riopar , que es todo a lo grande, subidas duras y largas, bajadas tecnicas y expectaculares entorno inigualable, paisajes.....
El año que viene intentare no perdermela.

Liebre Valiente dijo...

Enhorabuena a todos y al año que viene mas y mejor.

Anónimo dijo...

uffff , que alegría y envidia a la ves , felicidades a todos ese día estuve pensando en todos ustedes y ahora que leo la crónica y por lo que escriben de las bajadas.... ESA era la mía jajaja aparte que les acompaño el buen tiempo .. Espero estar el año que viene hay con ustedes!!!
ATT LEO