domingo, 15 de febrero de 2015

Sierra Espuña enamora.

Cada doce meses, nosotros, los más afortunados, cumplimos y engordamos otro año y otro par de kilos. También, más o menos cada año, Las Liebres hacen una incursión por Sierra Espuña; ya convertida en la versión murciana de La Meca, donde cualquier aficionado al MTB debe peregrinar al menos una vez al año para mantenerse en paz con si mismo y con el mundo.
Cada nueva edición supera la anterior. La supera en distancia. Las tres últimas han crecido de 62 a 68 y 71 km. Todas han llegado muy arriba, hasta 1445 m, acumulando ascensiones de 2100, 2200 y 2300 m. Y consecuencia de todo esto, sumado al efecto del paso de los años por algunos de nosotros, la hora de vuelta a los coches, se retrasa cada año otro poco más. Ya veremos si para la próxima edición habrá que echarse tres bocadillos y las linternas, por si se nos hace la hora de merendar y no hemos terminado.
Siendo el día de San Valentín (en el Corte Inglés), cuatro parejas de liebres (¿Qué pasa? ¿Acaso alguien se escandaliza porque los guardias civiles vayan de dos en dos?) tomamos rumbo a Alhama de Murcia para seguir al pie de la letra una ruta titulada "Sierra Espuña, mon amour", muy apropiada para el día, que publicó Ernest1959. Ha sido de las pocas veces que hemos tomado una ruta "tal cual", sin necesidad de hacerle mejoras, y bien podemos afirmar que al recorrido no le falta ni le sobra nada. Enhorabuena al autor.
Nada más llegar al punto de partida nos sorprende, gratamente, que el descampado donde dejábamos los coches es ahora un aparcamiento bien arreglado y organizado. También hemos podido apreciar que la señalización del laberinto de sendas y pistas de la sierra se ha mejorado con la creación de la Espuña Bike, un recorrido de varios días que circunvala toda la Sierra. Sea la causa o la consecuencia de todo esto, nos ha sorprendido la numerosa presencia de deportistas practicando sus aficiones en le medio natural sin que nadie les incordie. Nos hemos cruzado con otros ciclistas, agrupados y en solitario, desde bicis con horquillas de doble pletina o rígidas. Corredores de montaña que no resultaban fáciles de alcanzar y senderistas que nos miraban recelosos al pasar. Y en el Collado Mangueta, mucha gente que había subido en coche a jugar con la nieve. Las comparaciones son odiosas, pero mientras un grupo de Liebres disfrutábamos recorriendo las entrañas de un Parque Natural, otro se tenía que conformar con bordear los caminos del Monte Arabí sin quitarse el pasamontañas por temor a las denuncias. Es la diferencia entre los gestores que miran al futuro y los que solo se examinan el ombligo.
La ruta empieza cruzando y siguiendo el Trasvase Tajo-Segura por la orilla derecha 1,2 km hasta el inicio de la primera senda: la archifamosa senda de las Mil Curvas, obligada hacerla para empezar o para terminar cualquier ruta por esta Sierra.
Merece mención el origen de la profusa red de senderos de Sierra Espuña, con los que están emparentados también los de la Sierra de Ricote. A finales del S. XIX se aborda un plan de repoblación de la Cuenca del Segura como plan de lucha contra las avenidas del río, que se repetían con fatales consecuencias. Esos trabajos de reforestación nos han dejado en herencia esa extraordinaria red de senderos, hábilmente trazados, siempre buscando unas pendientes moderadas y continuas que permitiesen a las mulas subir cargadas con materiales y pertrechos. Una reliquia de la ingeniería que hoy es un valiosísimo patrimonio del que los ciclistas amantes de las sendas sacamos el máximo partido cada vez que lo visitamos.
Precisamente porque apreciamos su valor, nos entristece comprobar que no todo el que recorre los senderos los respeta. Y en el de las mil curvas son ya demasiado abundantes los atajos que cortan el talud por la línea de máxima pendiente provocando la erosión y el deterioro del terreno. Senderista o ciclista, salirse de las sendas, además de estar prohibido, perjudica al monte y a quienes los recorremos de forma respetuosa.
Tras los seis kilómetros y medio de interminable zigzagueo por las mil curvas, se alcanzada la pista de Fuente Alta. Descendemos por ella unos metros para tomar una senda, ahora gran parte en bajada, que nos devuelve al mismo camino, casi doscientos metros más abajo. Para volver a ganar la altura, ahora por dura pista, que nos hace añorar a los sabios muleros que trazaron las sendas con más tino que los ingenieros con toda su ciencia.
A la altura del Campix encontramos otra senda, breve y empinada, que es la única opción que ha quedado para alcanzar la pista del GR-252, pues los otros caminos están vallados. Toca empujar la bici unos metros, pero ya sabíamos a lo que íbamos.
Recorremos un trecho del GR-252 y lo dejamos encontrando un sitio para almorzar en el collado Moreno de Campix, que ya se nos ha hecho la hora.
Tras la pausa, terminamos de salir del collado y se acaba el camino. Bien, pues el esfuerzo para ganar de nuevo altura se ve otra vez recompensado con otra senda espectacular en la que no faltan las curvas cerradas en zig zag hasta llegar al Collado de las Chaparras, terminando el descenso por el Camino de los Algarrobos, paralelo a la Rambla de los Arcos. Con final en la Casa Forestal de Mortí.
Hemos llegado al km 31 y descendido a 440 metros. En este preciso empieza el plato más duro de digerir de la jornada. Nos esperan 20 kilómetros de ascensión hasta el Collado de la Poza del Pino Blanco, situado a 1445 metros de altura. La cuenta se saca fácil: eso que llaman un kilómetro vertical.
El primer tramo se desarrolla por una senda. Otra subida espectacular que remonta la ladera en dirección oeste, dibujando uno a uno y con paciencia todos los barrancos de la sierra hasta llegar a la Casa del Peñón. Allí el camino da un breve respiro y la pista amplia y bien compactada se sube con facilidad hasta llegar a la senda que sube a la Casa Forestal de las Alquerías. Paralela al Barranco de Ballesteros, mantiene un trazado rectilíneo y una pendiente uniforme. Apoyada en una calzada de mampostería que acentúa su elemental geometría,  se percibe como un kilómetro interminable. Hasta que el bullicio al llegar al área de recreo te despierta de la somnolencia que el cansancio y la monotonía de la senda provocan.
Tras una breve pausa para reponer líquidos, volvemos a la subida. De nuevo toca hacerla por senda. Esta vez un trazado muy roto y erosionado por el rincón de las Alquerías que hace mella en nuestras cansadas piernas. Al menos en la mías y las de mis acompañantes. Por delante, se ven, a buen seguro, las cosas de otra manera. Nosotros respiramos otro poco al superar los 1050 metros y acercarnos al Collado del Pilón, don se se toma, junto a la carretera que baja del Collado Bermejo, la pista que lleva a la Casa Forestal de la Carrasca en otro tramo llevadero, incluso siendo el km 45 de la ruta.
En la misma casa se inicia un duro camino que tras cruzar en el Camino del Pinillo, termina por llevarnos, no sin grandes esfuerzos, al final de nuestra ascensión.
Alcanzando la altitud de 1300 m, hizo su aparición la nieve. Ya pudimos verla desde la autovía y ahora pisarla en algún rincón sombrío con la rueda, como que te hace ilusión. Según se asciende, las manchas de nieve terminan por ocupar todo el camino y ahora es necesario cruzarlas por obligación.
Y no hizo falta mucho para que entre la nieve y la pendiente fuese imposible progresar. Y otra vez me vi con la bici del ramal caminando por la nieve, como aquella vez hace ya 18 años con Pepe del Ramo volviendo a Riópar desde el Pino del Toril por el Manojal. Ante la imposibilidad de mantenerme sobre la bici en el terreno casi helado y sufriendo las embestidas del perro ese que nos muerde en las piernas cuando menos lo esperamos, tocó hacer a pie los dos últimos kilómetros hasta el Collado Mangueta, al que llegamos a una hora indecente. Dimos cuenta del segundo bocadillo y celebramos haber superado la enorme dificultad de la ascensión.
Nos mezclamos entre los numerosos excursionistas que habían subido a pisar la nieve y emprendimos la bajada por el Barranco del Gallego y las dos mil curvas. Interminable sucesión de cerradísimas curvas, algunas que no sabes por dónde poderlas tomar.
Salimos a la carretera apenas doscientos metros y volvemos al mismo barranco, ahora en un tramo de senda más salvaje, llena de raíces y escalones, que también se echaban en falta con tanta calzada domesticada.
Remontamos por asfalto hasta el collado de los Siete Hermanos para seguir ahora una senda paralela al Río Espuña que enlazamos con un brusco giro a derecha buscando las Casa Forestales Huerta Espuña y la Centro de Visitantes Ricardo Codorniú. Cerrado ya a la hora que pasamos.
Tomamos agua (no potable) en la Fuente de Rubielos, donde se sentó una vez el mismísimo Ramón y Cajal,  y emprendimos la vuelta por más sendas que nos devolvieron al río.
Seguimos descendiendo, a tramos por caminos, a tramos por sendas, hasta las inmediaciones de Fuente Bermeja. aquí abandonaremos el cauce del Río Espuña, para lo que tendremos que remontar las últimas cuestas del día, que superamos más por las ganas de llegar al final que por las nulas fuerzas de nuestras vacías piernas. Aunque cada uno tiene su forma particular de padecer estos finales.
Descendemos otra magnífica senda hasta cruzar la carretera principal de la Sierra por última vez para tomar la trialera conocida como "la rompebicis", colofón y despedida de una ruta espectacular.
Y pasadas las cinco y media de la tarde, recorrimos el último kilómetro como lo empezamos: rodando plácidamente junto al canal del Trasvase Tajo-Segura, como si nada hubiera pasado.
La ruta es dura. Muy dura, pero enormemente gratificante y que siempre te deja con ganas de volver. ¿Cuantos kilómetros y cuanta dureza nos aguardan para la próxima edición? El tiempo pronto nos lo dirá.

TODAS LAS FOTOS DE ANDRÉS Y FRAN, AQUÍ:


TRACK DE LA RUTA:
Resumen de la ruta:
Distancia total:  71 km
Ascensión acumulada: 2300 m.
Altura máxima: 1445 m.
Dificultad física: muy alta.
Dificultad técnica: alta.
Distribución del recorrido: 60% senderos, 35% pistas y caminos, 5% asfalto.

ROADBOOK PARA DISPOSITIVOS TWO NAV DE ESTA RUTA:

IBP INDEX: 148. (Corresponde a mi track con mis tiempos. El trío de cabeza lo hizo mucho mejor).

2 comentarios :

FRAN dijo...

Sin duda, una de las grandes citas a las que se puede acudir. Brutal. Genial los compañeros de ruta y la crónica superior.

ANDY dijo...

Sierra Espuña, uno de esos lugares para perderse y comprobar, más allá del mero ejercicio físico, todo lo que te ofrece y puedes disfrutar encima de una bici.

Sin duda, un día y una ruta para enmarcar y recordar.

Gracias al grupo de liebres viajeras por hacer posible estos rutones en tan grata compañía.