domingo, 8 de marzo de 2015

Rincones del Carche: ¿Insuperable?

Hay jornadas de bici que nos dejan un sabor de boca especial. Hoy, penúltimo sábado de este extraño invierno, ha sido, sin duda, una de esas.
La de hoy ha sido la reedición de una ruta muy interesante que no habíamos terminado de entender del todo hasta ahora y a la que, al fin, hemos dado la forma definitiva. Esta "D-36" va a quedar, sin duda, como un fijo en el calendario del Club BTT Las Liebres.
El recorrido gira en torno a las estribaciones del sur-este de la Sierra del Carche, un terreno lejano y desconocido que sorprende muy gratamente a quien lo recorre.
A primera hora, se ha pasado frío. Los cielos despejados traen heladas nocturnas y atravesamos el camino de Abanilla con la sensación de haber elegido mal el vestuario. Pero el frío se quedó en el portillo del Serral y el resto de la mañana fue sencillamente espléndida: temperaturas agradables, sol y ausencia de viento. Los almendros en flor y la siembra creciendo dan al campo el color que anuncia la llegada de la primavera.
Y disfrutando de este bucólico entorno del Serral llegamos a Raspay, inició de la parte realmente interesante del recorrido. Salimos de la pedanía por camino en dirección al Carche por donde hace casi 20 años tomaba la salida la Jaime el Barbudo. El camino pronto se empina y muestra los efectos de las lluvias. Varias rampas y curvas rotas después alcanzamos las pista que rodea la Sierra que tomamos a izquierda hacia el barranco de la yedra. El camino recorre el profundo barranco en suave ascensión hasta cruzarlo en una cerrada curva en la que lentamente empezamos a perder la altura alcanzada. Y llegamos a la encrucijada donde paramos a almorzar, un paraje digno de una merienda de San Marcos, siempre que se tengan huevos duros y buen rollo. 
Reanudamos con otros dos kilómetros de pista en cómoda subida, y tras quinientos metros descendido nos adentramos en el Barranco del Zurridor. Un camino poco transitado da paso a una senda encajonada en el fondo del precioso barranco, minado por varios pozos, y con algún tramo de dificultad especial. Lástima que lo bueno sea tan breve. 

Estamos junto al Cuco de la Alberquilla, la de mejor factura de todas las construcciones de este tipo que conocemos. Y volvemos en dirección a Raspay bordeando el límite de la Sierra, procurando no perder altura por una maraña de caminos perdidos y sendas borrosas cuando no atravesando labrados que me atrevo a calificar de ilegales. Hasta que llega el festival de toboganes del final del camino que aunque nos castiga, nos tranquiliza de algún modo porque al final se ve Raspay y eso significa que no estábamos del todo perdidos.
Y habiendo llegado hasta allí se hace obligatorio recorrer la Rambla de la Yedra, continuación del barranco que horas antes habíamos bordeado, aunque para ello sea necesario volver a subir a la encrucijada en la que almorzamos. 

La Rambla de la Yedra es una gozada: muy larga, muy rápida y muy divertida. Nos reagrupamos al final y emprendemos la vuelta otra vez desde Raspay. A ahora, para variar, por la falda de la Sierra de Salinas, siguiendo parte de la Vuelta al Término, enlazando con el trayecto de ida al llegar al Serral.
Antes de la una habíamos acabado los 75 kilómetros de esta ruta rompepiernas y exigente que no deja a nadie indiferente y cuyos daños colaterales se subsanan rápidamente con un par de cañas y poco más.
En breve, el track.

1 comentario :

Anónimo dijo...

Diablo.
Un resumen perfecto de una de las rutas que se quedara grabada en nuestras retinas.cojonuda!!!!!!