domingo, 31 de julio de 2016

Ruta de Verano 2016 - Vías Verdes del Chicharra y del Serpis -

Gandía-Potríes fue el destino de la primera Ruta Marathon de Verano del Club Btt Las Liebres Yecla. Allá por el 2011. Los siguientes destinos recorrieron año a año los restantes puntos cardinales en ordenada rotación: Cofrentes, Ayna, Archena y Santa Pola, para volver este año al destino de partida.
Ésta de Gandía, con sus distintos finales, es, sin duda, la más clásica de las rutas largas con que la variada ciclofauna yeclana celebra la llegada de las vacaciones. El recorrido reúne las condiciones idóneas para estos eventos. Es una ruta rodadora, asequible a todo aquel que monte en bici con regularidad, con un indudable interés paisajístico en muchos de sus tramos. El contenido etnográfico asociado a las construcciones, ruinas la mayoría, de los ferrocarriles desmantelados aporta un ambiente a ratos bucólico y hasta romántico. El destino final, agradable y hospitalario, en Potríes, con sus instalaciones municipales, piscina incluida, a nuestra disposición, y la esmerada atención que brinda a sus clientes el Molí Canyar, es el lugar perfecto donde terminar el recorrido.

El inevitable madrugón es más inoportuno, si cabe, en estos días previos a las vacaciones. Más de uno llegó a la salida, en la antigua estación del tren (¿dónde si no?) , con más legañas y falta de sueño que de costumbre. Por suerte, el frescor de la madrugada nos despertó del todo apenas empezamos a rodar por la vía de servicio de la Carretera de Villena, todavía con las luces encendidas. Dejamos la carretera en cuanto nos fue posible buscando la protección y la tranquilidad de los caminos, muy sucios y abandonados, por cierto, los que bordean el Polígono Industrial de La Herrada.

Metidos de lleno en la Vía Verde del Chicharra, vimos salir el Sol frente a nosotros, camino de Las Virtudes, maldiciendo a quienes cortaron los enormes pinos que había entre los apeaderos de Las Moratillas y el Estrecho Pipa, y resoplando en los inevitables y trabajosos arenales.

Camino de Villena la Vía está perfectamente cuidada y señalizada. Gente corriendo, o andando deprisa para no llegar tarde a misa, nos viene de frente, a contraluz,  contra los rayos de un Sol cegador. Y así hasta entrar en la ciudad, que se atraviesa a una hora muy temprana todavía.

Se deja Villena en dirección a Biar por la plataforma de la vía asfaltada. Las dos hileras de árboles plantadas en ambos lados ya arrojan su sombra al camino y crean una atmósfera agradable. Un microespacio lineal rodeado de vegetación que atraviesa campos, áridos y polvorientos en su mayoría. Esta es una de las sensaciones que más se repiten en esta ruta: la de ir pedaleando por un oasis lineal entre dos telones conformados por los movimientos de tierras y la vegetación que dejó el viejo ferrocarril desmantelado.

Cuando en 1969 el Chicharra hizo su último viaje, comenzó el desmantelamiento de la vía, y, con aquella, desaparecieron todos los puentes, metálicos, que salvaban ríos y barrancos. En 2004 se repuso el viaducto que pasa sobre el río Vinalopó, camino de Biar. Un buen lugar para detenerse a contemplara el fondo del ramblón, con su recorrido por sendas tan querido de Las Liebres. Hasta Biar el camino asfaltado no termina de ascender, a paso tranquilo y monótono que, tras cruzar la carretera, recobra otra vez la alegría, entre la polvareda que levantan los de delante, del terreno favorable  que nos llevará a Bañeres de Mariola.

Hacia Bocairente, coincidimos con numerosos caminantes que van y vienen de la Ermita de San Antonio. Pronto, las rotondas nos anuncian la primera parada de la ruta, junto a la antigua Estación de Bocairente, hoy reconvertida en un bonito Hotel. Km 55 y más de media ruta antes de almorzar. No está mal.


Tras la foto de rigor ante el viejo vagón, reanudamos la marcha por un tramo muy concurrido por caminantes, ciclistas y coches. Hasta pasar la Ermita de la Virgen de la Luz no desaparece el asfalto y vuelve la tranquilidad y, de nuevo, el polvo del camino. Hasta que cruzamos el ferrocarril en la Estación de Agres y comienza uno de los tramos destacados del recorrido en el que se alternan las profundas trincheras que mantienen constante la pendiente de la vía y, una vez más, la vegetación que bordea la plataforma acentuando la sensación de aislamiento y soledad. Hasta que la falta del puente que cruzaba uno de los profundos barrancos que desaguan en el Embalse de Baniarrés nos obliga a transitar 600 metros por la carretera CV-700.

Vuelve la vía, ahora con los tramos más estrechos y erosionados del recorrido, que nos llevará hasta Muro de Alcoy. Allí hicimos un paréntesis abandonando el recorrido clásico entre Muro y Beniarrés, evitando seguramente uno de los pocos tramos faltos de atractivo.


Tras cruzar otra vez la CV-700 se llega al Río de Agres en las inmediaciones de la Fuente del Baladre. Allí comienza una senda que serpentea junto al río descendiendo suavemente entre choperas y cañares. Un ameno y rápido paréntesis de diversión para todos los públicos a resguardo del sol y el calor que nos seguía esperando cuatro kilómetros más adelante, justo donde toca recuperar la altura perdida antes de llegar a Beniarrés para retomar la vía clásica, allí donde está el primer túnel.


Hasta llegar al cruce con el camino que va a Lorcha, la vía es un camino asfaltado como otro cualquiera. Es a partir de este punto cuando nos adentramos en el Barranco del Infierno, en el que nuestro amigo José Antonio, "El Diablo", se encontró como en casa recorriendo la antigua vía, a tramos cortada y a tramos calzada por encima del río Serpis y en cinco ocasiones atravesando la montaña por los viejos túneles. Los restos de construcciones ferroviarias, junto con antiguas fábricas que transformaban la energía del agua en electricidad, salpican el recorrido. Un puente ausente obliga a bajar al fondo del cauce. Ocasión que aprovechamos para disfrutar de las vistas y refrescarnos en las aguas des Serpis, de dudosa calaña, la verdad, que el embalse de Beniarrés deja, con desgana, llegar hasta el mar.




Otro puente ausente obliga a salir, definitivamente, del río. La ruta, próxima a su despedida, nos regala un kilómetro final de cuestas tan duras como inesperadas e improcedentes. Toca retorcerse, sin muchas ganas, en rampas del 16% tras cuya bajada nos espera la Fuente de la Reprimala, donde a pesar de sus seis caños de agua fresca y "no clorada" toca hacer cola hasta que los paisanos, algunos muy rubios y "acangrejados", terminen de llenar sus inacabables recipientes.




Queda el tramo final hasta Potríes, pasando por Villalonga, donde las nuevas urbanizaciones  que ensanchan la ciudad han mantenido la traza de la antigua vía como paso peatonal. Y tras la última sucesión de caminos y rotondas, llegamos a la Piscina Municipal de Potríes. Allí estaban nuestro furgón de apoyo, el equipaje, la reconfortante ducha, la piscina y cerveza, hasta que se acabó.





Ya liberados de las bicis, apretujadas en la bodega del autobús, pasamos al Restaurante Molí Canyar donde disfrutamos, como no podía ser de otra forma, de la buena comida, el mejor servicio y el insuperable buen ambiente entre todos los asistentes, otro año más (y van seis) al Marathon de Verano del Club BTT  Las Liebres Yecla, que pone punto y aparte al calendario de salidas del Club.

La ruta discurrió rápida y sin demasiadas incidencias. Solo hubo un par de caídas, sin consecuencias para las bicis, gracias a la diosa Fortuna. Y aunque alguno pasó más sed de la que esperaba por cargar la mochila de hielo y no de agua, volvimos todos convenientemente repuestos y rehidratados, aunque, todo hay que decirlo, pasando un poco de calor. Pero ¿se puede esperar otra cosa en en esta época del año...?

Felices vacaciones.


P.D. Gracias, Andrés, por las fotos.

NUESTRA RUTA, por si la quieres repetir: 108 km y 550 m +.

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